"En este año 2009, en pleno apogeo de la crisis del sistema capitalista y de la sociedad del espectáculo, un grupo de personas decidimos organizarnos para tratar de aportar una patada más a toda la basura que nos rodea, mientras las luchas se multiplican en todo el mundo.
Somos hijas de la pesadilla de la postmodernidad, de los gurús del fin de la historia, del fin de la lucha de clases, de un vaticinado futuro de felicidad y prosperidad, de la extensión de la “libertad duradera”.
La realidad ha sido bien distinta y bien terrorífica. Nosotras no vimos morir en la cama al Dictador, no “abarrotamos” las calles para consolidar la democracia ni la Constitución (¿o quizá no era por eso?), no nos tocó trabajar en Ensidesa ni en la minería, pero hemos visto y hemos vivido la crudeza del sistema capitalista en este “primer mundo”.
Hemos nacido en una tierra castigada como es Asturias. Para nosotras el fenómeno de la crisis no es tan nuevo o no debería serlo, pues hemos vivido en ella desde nuestro nacimiento. Hemos contemplado las consecuencias de las reconversiones industriales y asistido al complejo proceso de dislocación de toda una era y una concepción de las relaciones laborales y del mundo del trabajo, por lo que nos ha tocado vivir en el fango de la precariedad, de la insolidaridad, de la multiplicidad de subcontrataciones, trabajos en negro, horas extras, ausencia de vacaciones, despidos salvajes e incapacidad muchas veces de plantarle cara a todo ello.
Hemos visto al movimiento obrero asturiano, al igual que al de buen parte del mundo, batirse en retirada ante un proceso global ante el que seguramente su derrota estaba asegurada. Hemos pasado de la Asturias legendaria de la mina y la dinamita a la Asturias de la prejubilación, del clientelismo, del narcotráfico, de los centros comerciales y de la desmovilización.
Asistimos (y seguimos asistiendo) a la dislocación de la clase obrera. Acabó el tiempo de las grandes fábricas y de los miles de empleados más homogéneos de cara a la resistencia. Hoy es una suerte que la mayoría de compañeras que tenemos al lado se sienta identificada con nosotras pues seguramente pertenezca a otra empresa, tenga otro contrato, otros intereses o nos vea directamente como a una enemiga.
Este proceso de atomización fue contestado en diversos grados durante la década de los 90 y debería seguir siendo un objetivo para nosotras, intentando reagrupar al proletariado no ya mediante un llamamiento a la “reindustrialización” ni cosas por el estilo sino construyendo en la calle una comunidad de intereses y complicidades entre todas aquellas interesadas en poner fin a toda esta pesadilla de capitalismo salvaje, mediocridad y basura.
Hemos contemplado el fracaso de las vanguardias de distintos pelajes destinadas a salvarnos, de los límites y miserias del sindicalismo, “amarillo” o “radical”. En ambos casos, no se supo estar a la altura o no se pudo.
No es tiempo de vanguardias dirigentes. No estamos interesadas en “guiar” a nadie ni ser las dirigentes de ningún movimiento. Decían hace bastante tiempo que la emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos. Nos sentimos parte del común de la masa de las oprimidas y vejadas en la cotidianidad del salvaje “racionalismo” capitalista. El cambio social ha de ser colectivo y a un nivel horizontal.
Y es por ello por lo que decidimos organizarnos en estos días inciertos. En el ingente esfuerzo necesario para el fin de la sociedad de clases (aún vigente si los árboles no nos impiden ver el bosque), del trabajo asalariado y de la mercancía y, en consecuencia, por el establecimiento de una sociedad comunista de iguales, nos sentimos inspiradas por los distintos movimientos que han trabajado en esa dirección desde hace mucho tiempo.
Nos sentimos herederas del marxismo más consecuente, de la I Internacional, del primer sindicalismo revolucionario, de los movimientos libertarios, de las que se organizaron en soviets y en comités de fábrica en Rusia, de la Alianza Obrera asturiana, de toda la experiencia consejista, del situacionismo, de la autonomía obrera y, en definitiva, de todas las personas que han trabajado en el camino de la emancipación por encima de divisiones estériles e interesadas y de las miserias de las vanguardias políticas y del sindicalismo.
Entendemos que el camino es la autoorganización de todas aquellas interesadas en la lucha contra el capital y contra el Estado, desde sus distintos frentes. No llamamos a “organizarse” significando organizarse con nosotras.
Llamamos a un intento por el que las propias afectadas solucionen sus propios problemas, tarea en la que en cualquier caso intentaremos echar una mano, como no podría ser de otra manera.
Recapitulando, estamos por la autoorganización, a nivel propio y de las distintas luchas, por el asamblearismo, la horizontalidad, la acción directa.
Cansadas del proselitismo reinante en todo el espectro de la “izquierda radical”, no tratamos de captar gente en ningún sarao ni de ir con nuestra pegatina o bandera a ningún sitio. Agitación por nuestras ideas no debe ser proselitismo; las luchas deben ser autónomas y esta autonomía debe ser respetada.
Luchamos por el fin del sistema capitalista y de todas las formas de autoridad y, para ello:
Luchamos por la recomposición del proletariado sobre la base de la autonomía, de la confluencia de luchas y, en definitiva, de la superación de las barreras impuestas por el orden establecido en la lucha por su derrumbe.
Luchamos por la creación de espacios liberados dentro de este sistema, para lo cual apoyamos firmemente el movimiento de ocupación y su extensión.
Luchamos por la demolición de las cárceles, símbolo de la injusticia que crea el propio sistema, abarrotadas de presas sociales y políticas, pero no de banqueras, explotadoras ni responsables de la guerra sucia.
Luchamos por un mundo en el que podamos vivir, que el capitalismo se lleva por delante en su afán de lucro, por lo que estamos contra el desarrollismo salvaje.
Luchamos por el fin de la sociedad patriarcal y de la explotación de la mujer a todos los niveles.
Luchamos por la pervivencia y mantenimiento de la cultura popular y, en primar lugar, de nuestra cultura asturiana, así como por la recuperación de la memoria histórica de la clase obrera mundial en su lucha por la emancipación.
Por todo lo expuesto, llamamos a la construcción de trincheras de resistencia al orden dominante y al combate decidido por la abolición del Estado y del Capital.
Asturias, mayo de 2009.
En asturiano la refugaya significa:
1 Cosa o conjunto de cosas [de poco valor].
2 Persona o personas [que no merecen tenerse en cuenta].
3 Cría [de un pez].
4 Juerga, acción y efecto de pasarlo bien.
5 fam. Conjunto [de niños].
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