24 mar 2011

Reflexión sobre la visión de Slavoj Žižek acerca de su teoría sobre el Capitalismo Cultural

Slavoj Žižek nos invita a reflexionar sobre las dos caras de la moneda. Sobre lo que
hace nuestra parte condicionada y lo que nos impulsa a llevar a cabo nuestra parte
“condicionante”, es decir, la que determina qué hacer.

Somos capitalismo. Nacemos en una sociedad ya estructurada, ya dada; con unas reglas
de juego marcadas, un camino trazado… y nuestra vida desde que salimos del vientre
materno gira y se relaciona en torno al sistema en el que nos ha tocado vivir. El
capitalista. Por lo tanto, podríamos hablar de que existe un “yo sistémico”, es decir, que
sigue inmerso en la sociedad dada y un “yo transgresor” que sería el que se salta las
leyes; el que, aún sabiendo que algo no entra dentro de las normas, realiza la
transgresión; el que, frente a los fallos o escapes al sentido común que realiza el sistema
dado, en este caso el capitalista, intenta poner remedios morales a esos errores o faltas
de sentido producidos.

El “yo transgresor” intenta evadirse de la manera que puede. Puede ser pintando la
pared de un baño, quemando un contenedor, dando una patada a una papelera, no
pagando los impuestos, convocando una manifestación reivindicativa, haciendo un
piquete en una huelga…

Por tanto, se trata de una espada de doble filo: lo que el individuo considera como una
estimulación de su “yo transgresor” en un intento de cambiar las normas que se
consideran “perjudiciales” en la sociedad, es, en realidad, un ejercicio de
autocomplacencia, al considerar que la compra, por ejemplo, de un cartón de leche que
añade en su envase: “No perjudica el medio ambiente” es una ruptura con el sistema
capitalista, cuando, realmente, con ese hecho el sistema ha integrado nuestra duda en el
proceso de consumo.

Y entonces, ¿qué hacer cuando la lucha, por ejemplo, contra el cambio climático viene
de las estructuras de poder que precisamente poseen intereses en empresas o industrias
perjudiciales para el mismo? ¿Qué hacer, por ejemplo, cuando se estimula a la
población a reciclar y después esa basura se junta en un vertedero municipal?

Realmente, ¿ha de conformarse la persona con reciclar?

Cuando el envase de leche o de zumo establece que no es perjudicial para el medio
ambiente, pero está hecho con dos capas de cartón y una de aluminio entre las dos… el
hecho de que esté escrito y aparezca, ¿es suficiente para que nosotras podamos creer
firmemente que no lo es?

-Vemos aquí, como ese juego de la “auto-calma” y de la caridad, posee un efecto
pasivizador de la población-.

Parece ser que sí. Parece ser que, en la actualidad, se ha hecho fuerte el mensaje
“solidario” o mejor dicho, tal como lo expresa Slavoj Žižek, el mensaje caritativo. La
caridad como elemento de transgresión mental pero actuando como calmante. O, ¿no es
cierto que muchas personas pertenecientes al entorno de los movimientos sociales,
aparecen como personajes al margen del sistema o como individuos alternativos, por
comprar la ropa en el famoso Rastro? Pero, por otra parte, su “yo sistémico”, participa
del capitalismo en otras manifestaciones: El trabajo asalariado, la compra de productos
como la simple cerveza, o la utilización de ordenadores y videoconsolas, etc.

O, ¿no existen personas que comprando en tiendas de Comercio Justo, luego utilizan
teléfonos móviles, cuyas pantallas se han fabricado en términos de esclavitud por parte
de sus fabricantes? Es la contradicción a la que nos somete el sistema económico-social
imperante. Parece, pues, palpable el hecho de la “auto-calma”. Entendamos, entonces,
por “auto-calma” aquella situación o acción elegida por nosotras respecto a un bien de
uso o consumo, en el cual, se produce la posibilidad de elegir el producto “caritativo” –
el que no perjudica al medio ambiente; el que colabora con ONG’s; a fin de cuentas, el
que tiene un trasfondo basado en la caridad expuesta por Slavoj Žižek.

Aun así, desde mi punto de vista… el capitalismo cultural abarca muchísimos más
aspectos.

Por ejemplo, aquél en el que muta el sentido consumista, del materialismo al consumo
de la experiencia. Podríamos hablar, pues, de experiencias sexuales, de experiencias
gastronómicas, de experiencias turísticas, temáticas, de ocio, cinematográficas –por
ejemplo el 3D y el realismo virtual-, relacionadas con el relax –balnearios,
masajistas…-.

O de la apropiación de la cultura como mercancía –canales de música comercial, macroempresas relacionadas con la producción musical o visual, reducción de espacios de
expresión cultural (sin ir más lejos el pasado mes de febrero el Ayuntamiento de Madrid
aprobaba una ley, en la que se prohibía tocar un instrumento en la vía pública), creación
de estilos, modas… que uniforman a la población según el antojo del agente creador de
demanda, etc.

O incluso, llegar a plantearnos el estudiar o investigar cómo influye el imperialismo
capitalista en relación al desarrollo de los mass media en países subdesarrollados. Como
a través de sus canales de comunicación se extiende la “cultura” occidental,
occidentalizada u occidentalizante que hace aumentar el número de consumidoras.

Podríamos, por tanto, decir, según este planteamiento, que el capitalismo cultural es la
base de las relaciones sociales y de intercambio, en la que crece y se desarrolla el
capitalismo como sistema.

Se puede decir que aparecería como pieza que sustenta un organigrama socioeconómico-
político-cultural, interrelacionado entre sí. Como diría Foucault, no existe,
pues, un poder único, sino una serie de poderes interconectados que dependen los unos
de los otros.

Para esclarecer más el texto, expondré este fragmento de Slavoj Žižek que me ha
parecido, enormemente, interesante:

1“La lógica del intercambio de mercado es llevada aquí a una especie de identidad auto-relativahegeliana: ya no compramos los objetos, finalmente compramos (el tiempo de) nuestra propia vida. […] compro mi aptitud física yendo a gimnasios para estar en forma; compro mi esclarecimiento espiritual anotándome en cursos de meditación trascendental; compro mi persona pública yendo a los restaurantes visitados por personas con las que quiero ser asociado...”

1Žižek, Slavoj, A propósito de Lenin. Política y subjetividad en el capitalismo tardío, Buenos Aires, Atuel, 2004.

Por lo tanto, el perfeccionamiento del capitalismo es continuo e incesante.

Y así, podríamos hablar de lo que Jesús Ibáñez, en su artículo “Madrid-2: dos ciudades
a elegir”, establece en el mismo:

2“El capitalismo de producción programa nuestras actividades de producción (produce
productores), el capitalismo de consumo programa nuestras actividades de consumo (produce consumidores).”

Y continúa señalando:

3“Por otra parte, las actividades de producción se mezclan con las actividades de consumo:
producimos consumiendo (nuestro trabajo consiste en consumir, por eso los modelos que nos
proponen para imitar no son trabajadores -segadores, fresadores o médicos-, sino
consumidores -los parásitos de la jet-society-), consumimos produciendo (la producción es
consumo de tiempo, la enseñanza como aparcamiento o el trabajo como simple prestación de tiempo). En la producción y en el consumo somos reses esperando la hora del sacrificio (de ahí el pasotismo). Sólo la televisión es productiva: nos forma como consumidores (produce consumidores).”

2 Ibáñez, Jesús, Madrid-2: dos ciudades a elegir, artículo extraído de El País a fecha de 09/05/1984.

3 Ibáñez, Jesús, Madrid-2: dos ciudades a elegir, artículo extraído de El País a fecha de 09/05/1984.


Sin duda, el texto de Madrid-2, que hace referencia al nombre dado para la Cárcel de
Alcalá-Meco y para el Centro Comercial de la Vaguada de Madrid, ilumina cómo y de
qué manera pueden relacionarse dos estructuras, aparentemente distantes en
funcionalidad.

Según Jesús Ibáñez, ambos Madrid-2, serían dos espejos de Madrid. Uno reflejaría la
dimensión de la producción y el otro la dimensión del consumo. (Producción de
consumidoras y consumición de productoras).

Está, pues, también relacionada la estructura de control de esas personas consumistas y
consumidoras. La vigilancia del espacio y la dirección del caminante.

Ibáñez saca a la luz un curioso cuadro de Escher para ejemplificar la actividad y el
espectro del capitalismo de consumo, que Žižek, engloba dentro del capitalismo
cultural, ya que el propio consumismo se ha introducido, de manera importante y
notable, en nuestra vida cotidiana y parece ir moldeando las propias costumbres y
tradiciones, -son “bienes de interés cultural”, de consumo, al fin y al cabo, todo tipo de
fiestas populares, ferias y otro tipo de eventos-. Este cuadro, de Escher, nos muestra dos
manos que se dibujan cada una a la otra. Ibáñez nos habla de 4 “Reversión generalizada de
modelo y copia, de producción y consumo. Es la metáfora más potente del capitalismo de
consumo.”

4 Ibáñez, Jesús, Madrid-2: dos ciudades a elegir, artículo extraído de El País a fecha de 09/05/1984.

Creo, así, que es importante prestar atención a los conceptos de “yo sistémico”, “yo
transgresor”, la “caridad” y la “auto-calma”. A fin de cuentas, parece todo relacionarse
con el sentimiento de culpa y la “lucha” de cómo esquivarlo, traspasarlo o superarlo.




Pablo M. Testa.

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